the Kinks

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miércoles, 1 de febrero de 2017

SOMETHIN ELSE BY THE KINKS (1967)




Lo mires por donde lo mires este disco es un absoluta obra de arte. Dentro de él se asientan todos los fundamentos de la englishness más pura; tanto por el brote de rebeldía y luminosidad radiante de un genio precoz como por la sutil ironía de un joven que se ha tragado a un viejo.

Ray Davies es el mejor pintor costumbrista inglés de fin de siglo, muchacho introvertido de la periferia al que le dio la ventolera de componer canciones para tomar el pulso de su generación con tanto atino que lo hizo de todas las pasadas, las presentes y las futuras.

Alter ego inglés de Bob Dylan, junto a él, los dos más grandes compositores de rimas utilizando el lenguaje del común de los mortales pensadas para ser melodías o viceversa y, después, canciones que se conviertan, sin ellos pretenderlo, en pura metafísica del hombre moderno.

Mr. Reporter se apartó rápidamente de la algarabía post-beatle y en contra a las moda en letras y con todo su propósito, recuperó el denostado vodevil de los abuelos y la observación desde el banco de la calle o la ventana del vecindario.

Si ya en el anterior Face To Face se sale de la tabla estableciendo las bases del patrón de la banda por unos cuantos años, lo de Something Else, sinceramente y tras cada escucha, no es normal. Según cumple años gana en sabor y en aromas y ya parece que es imposible concebir la antropología sin su existencia.

Si con ritmo marcial comienza esa inimitable mofa frente al primero de la fila, al que nunca le falta una libra en el bolsillo para su refresco y pastel y del que te revienta ver lo bien que le salen las cosas , un himno mod llamado David Watts, luego viene la triste nostalgia pop de la muerte de un payaso a cargo de brother Dave. Una canción, por cierto, muy del coetáneo Flowers de los Rolling Stones.

Two Sisters con su hermoso clave barroco y una duración de dos minutos y una nada, demuestra que se pueden resumir dos vidas en una perfecta canción pop. En este caso y despistando en femenino, con la descripción de los dos hermanos varones Davies y sus diferentes formas de ser que tantos quebraderos de cabeza y broncas han supuesto para la historia y fundamento de la banda de Muswell Hill. En realidad los celos de la libertad fraterna encapsulados en una gema que nunca dejará de brillar.

Continuar con una bossa nova ala Jobim de la categoría de No Return es algo que dice mucho del gusto del autor. Su middle eight espectacular y su duración como un beso. La letra muy bossa nova también, esa saudade que da el saber que no volverás. Favorita entre favoritas, un milagro en miniatura. Y es que los desafinados también tienen corazón.

Harry Rag y Tin Soldier Man siguen con el dominio del retrato a cuatro trazos-estrofas como forma de canción y se convierten en clásicos de cántico de barra de bar con una sola escucha. Más inglesas no pueden ser, más universales tampoco.

En Situation Vacant se esboza ya la futura retirada a la Village Green y unas líneas melódicas de escalofrío con un homenaje incluido al Dylan ácido del Blonde on Blonde en ese tan órgano groovy del estribillo, acabando en el final de canción más psicodélico de todo el disco. La letra es una pequeña película de errores y complicaciones derivados de la férrea estructura familiar occidental que invita tanto a las complacencias, todo un Mother In Law inglés.

El pequeño y caprichoso Dave firma una de sus obras maestras dentro del cancionero kinky, Love Till The Sun Shines, explosión de seudo psicodelia mod inocente que tanto influyó en los primeros Floyd y que mira de frente a cualquier clásico de los Who o los Small Faces. La sección de ritmo, los injustamente poco laureados Pete Quaife al bajo y Mick Avory a los parches, dan todo el empaque a este número divino.

Pero el hermano mayor, el capo Ray, tiene que demostrar que él también puede dejarnos sin habla con un número moderno, heredero de su a trozos denostado Revolver de los reyes de Liverpool. Lazy Old Sun con su cadencia psicotrópica es un mini sinfonía de 1967.

Afternoon Tea tiene un bajo tan delicioso y es tan Kinks que puede servirme de muestra para demostrar mi amor incondicional por ellos, bellísimas melodías dentro de arquitecturas espartanas al servicio de la canción sencilla, que se pueda cantar pero a la vez admirar. Y esos pa pa pa pa pa pa pa pa...son el delirio.

Funny Face tiene mucho de los Beach Boys o por lo menos hoy se lo veo mezclado con el bravado mod, como los Who y la embriagadora End Of The Season, canción que comienza un subgénero propio de Ray que es generar placer sonoro de la pereza y la contemplación, estableciendo símiles con el tiempo y la naturaleza y el caprichoso devenir de un caprichoso amor.

El broche final lo pone la mejor canción de los Kinks, el himno real de Londres y una de las 5 mejores canciones de los swinging sixties: Waterloo Sunset, donde Terry and July protagonizan la epifanía del mejor voyeur de la historia de la música popular de nuestro tiempo. Explicarla es una tarea imposible, escucharla es un misterio eterno, es como un retiro espiritual dentro del bullicio, un milagro aislado dentro de la competición, una oda a la libertad individual y al disfrute fetichista.

Teniendo en cuenta que quedaron fuera para los eps y singles canciones del calibre de Act Nice & Gentle y Autumn Almanac, entre otras, nos encontramos ante un acontecimiento musical trascendental para el futuro de la música pop británica y mundial. 

El costumbrista Ray Davies con su excepcional banda The Kinks pintó una segunda obra maestra como es Something Else y así abrió la veda para componer a partir de ella la exposición de retratos musicados más impresionante del arte popular del siglo XX. 

God save the Kinks.

miércoles, 24 de septiembre de 2014

EL SOMBRERO DE LA PRINCESA MARINA

Tenemos el gustazo en el Kinkdom de contar con el relato de una historia de amor muy bella, protagonizada hace 10 años por nuestro motor, Iñaki García Galera, aquel que tuvo la gran idea de inventar la Konvencion y juntar a toda la kinkalla, también por el facebook.
Iñaki emana pasión por todos sus poros por nuestros chicos de Muswell Hill, sólo había que ver lo nervioso que estaba en la Zurriola antes del concierto...

Gracias Iñaki por ser como eres y por juntarnos a todos. Nunca olvidaré ese día que pasé en Madrid entre tantos spanish hillbillies y ese concierto memorable de la Village Green sevillana. Que tengas los años que tienes es tan esperanzador. Te compraste el sombrero correcto.

GSTK


P.D. Una cosa Iñaki,  los Kinks son los mejores, no lo dudes,  porque son nuestros y tienen una canción para cada momento del día. Objetivamente, nosotros sabemos que lo son pero no queremos entrar al trapo.

Desde aquí a todos os digo, vamos a darle caña al Kinkdom, aunque sólo sea por ver el papel pintado del fondo y soñar con teteras y patios traseros de ladrillo rojo. 

Come on now! 

Iñaki compró un sombrero como la Princesa Marina

Los Beatles son el mejor grupo de la historia. De acuerdo, es una afirmación muy contundente, demasiado categórica, que quizás no sea cierta, pero que desde luego no es falsa. Al menos yo nunca he encontrado a nadie cuyos argumentos al rebatirla me resulten convincentes. Fueron sus vinilos (sí, vinilos, que tenía mi padre) los que a los diez años hicieron que empezara a interesarme por la música en general. Y me cogió muy, muy fuerte. Un año después ya conocía todos los discos, me sabía todas las letras y no paraba de hablar de ellos a todas horas. Pero eran un caso raro, un fenómeno único e irrepetible. No solo se trataba del mejor grupo de la historia sino que para mí también era el único interesante.

Fue mi tío el que me intentó sacar de mi error. Y asegurándome que había música más allá de los Beatles, me grabó dos cintas de cassette. Una, de artistas variados de los sesenta (Hollies, Searchers, Cream, Ten Years After...) y otra de los Kinks. La primera me encantó, y aunque la segunda también me gustó la dejé un poco en el olvido. Pero algunos años más tarde, en el verano en el que cumplía los 16, un día vi en el Fnac un recopilatorio doble de los Kinks, la "Ultimate Collection" y lo compré. Fue un descubrimiento increíble. Cada día aguardaba al momento de llegar a casa de clase para oírlo una vez tras otra. Mi profesor de historia, otro gran fan, empezó a dejarme todos sus discos en CD, que yo devoraba uno tras otro. Y fue así como los Kinks poco a poco se convirtieron en mi segundo grupo favorito.

Avancemos un par de años más para situarnos en junio de 2004. Recuerdo que el día 28 salía a la venta la edición de lujo del Village Green Preservation Society. El fin de semana anterior y aprovechando el puente de San Juan fui de viaje a Pamplona con mis padres, con la intención de estar cuatro días. Pero los cuatro días se convirtieron en casi un mes, a causa de una meningitis que me tuvo varios días en la UVI y un par de semanas en el hospital y que estuvo a punto de costarme la vida. Curiosamente, como si una extraña conexión nos uniera, al mismo tiempo Dave tuvo su embolia.

Estando en el hospital y para animarme, mis padres me prometieron que cuando me recuperara me acompañarían a Liverpool para que pudiera hacer realidad el sueño de mi vida: Visitar la ciudad de los Beatles. De esta forma empezamos a planificar el viaje para finales de agosto o principios de septiembre. Pero a mi padre tuvo una idea genial y me dijo que mirara si había algún concierto interesante en Liverpool en esas fechas para hacerlo coincidir. Cuando lo vi, no podía creérmelo: Ray tocaba en el Philarmonic Hall poco después, el viernes 24 de septiembre, que además era festivo en Barcelona. Yendo en esa fecha podríamos matar dos pájaros de un tiro... ¡Y qué pájaros!

Al llegar al John Lennon airport, yo estaba eufórico. Ese día visitamos el Cavern, dimos una vuelta por Mathew Street y los alrededores... Y alrededor de las 19 nos dirigimos hacia el Philharmonic (el concierto era a las 20). Ray estuvo sensacional. Las versiones acústicas de Autumn Almanac, Village Green (posiblemente mi favorita de la noche), Picture Book, Animal Farm o Sunny Afternoon fueron acompañadas por el rock eléctrico de I'm Not Like Everybody Else, 20th Century Man o grandes hits como You Really Got Me o All Day And All of the Night.

El primer bis fue perfecto, con Waterloo Sunset y Days, capaces de emocionar a una roca. Pero con el segundo llegó la gran sorpresa. Ray dijo "I'd like to dedicate this song to My Baby Brother" y cantó la única que me habría atrevido a asegurar que no cantaría nunca: Death of a Clown. Y en ese momento, no pude evitar sentir que me la estaba dedicando a mí también. Tras el concierto, a la salida, hablé con uno de los empleados del Philharmonic y le pregunté si creía que había alguna opción de que Ray pudiera firmarme un disco (el Storyteller). Él me dijo que se lo diera y que esperara un momento y desapareció. A los pocos minutos apareció con el disco firmado. Tan contento debió verme el buen hombre, que me dijo que, aunque no podía prometerme nada, tal vez Ray saliera por la puerta de atrás a saludar a los fans.

Yo nunca había hecho nada parecido, pero poco había que perder por ir allí. Al llegar a la puerta que tan amablemente nos habían indicado, había cerca de una treintena de personas (a muchas de las cuales con el tiempo conocería). Una mujer salió y dijo algo que a mí me resultó incomprensible, pero vi que poco a poco la gente iba entrando por la puerta y saliendo en pequeños grupos. Cuando llegó mi turno, vi desde una cristalera que dentro había un hombre muy alto firmando cosas a la gente. Cuando entré, la mirada de sus ojos azules se clavó en mis pupilas. Como pude, balbuceé con mi inglés macarrónico: "We have come from Spain to see you. Can I have a picture with you?" Su respuesta consistió en cojerme del hombro como si fuéramos colegas de toda la vida y mirar a la cámara que mi padre sostenía. Mientras posaba, me preguntó de qué parte de España venía. Al decirle que Barcelona, me contestó que "I will go to play in Barcelona next year". Y fue en aquel momento cuando algo cambió en mí. Paul McCartney será un genio, pero nunca me dirá que va a venir a tocar a Barcelona. Y Ray, para mí la única persona equiparable a él a nivel musical, acababa de hacerlo.

Poco después me leí el X-Ray y fui completando los huecos que faltaban en mi discografía, que no hicieron sino reafirmar un pensamiento que empezó a formarse esa noche en mi cabeza. Ray se convirtió en alguien muy especial para mí y pasó a ser como un padre, un hermano y un mejor amigo en una misma persona. Pero fue aquella noche, la noche en que dormí en un hotel situado entre el Cavern Club y Strawberry Fields en la que me di cuenta de que, si los Beatles siempre serían el mejor grupo de la historia, los Kinks a partir de ese momento siempre serían mi grupo favorito.

Iñaki García Galera
Septiembre 2014



viernes, 4 de abril de 2014

EL ARTHUR POR KING NIKOCHAN


Nuestro kerido kamarada kinky. el ET King Nikochan del blog Nikochan Island , también ilustre redactor del blog grupal Exile, nos regala su entusiasta visión de una obra maestra rotunda de los Muswelljilgueros

Gracias Don Niko por su preciosa reseña, confieso que Arthur es mi favorito, por lo menos hoy, eso pasa con los Kinks, favoritos son todos, necesarios, diarios como el pan fresco. GSTK

Por cierto,  la mejor versión que he escuchado de este disco es la mono de la reedición en cd de la cajita: oir para creer, parece otro disco, como si te lo tocaran a la jeta. Y mira que no soy muy de mono porque soy hijo del estéreo. 



Los hermanos Davies durante el periodo comprendido entre 1966 y 1971 firmaron media docena de obras maestras del pop/rock de todos los tiempos, amén. Eso, de entrada, les engloba dentro del círculo privilegiado de bandas míticas y coetáneas que vivieron una época creativa inigualable y que firmaron también muchas obras maestras consecutivas. Hablo de mis otros tres admirados grupos británicos: Beatles, Stones y Who. Estos tres y The Kinks son indispensables en la vida de cualquier bicho viviente del planeta y sólo con sus canciones uno puede darse por satisfecho toda la vida. Aún podría decir más, bueno, yo no lo dije, creo que se lo dijo "anónimo E" a "Joserra Rodrigo" quién hace un tiempo me lo hizo llegar a mí: “Se pueden vivir vidas infinitas inmerso en esos discos; a veces, salir de ellos es una pérdida de tiempo”. Esos discos, son los seis discos míticos de The Kinks: "Face to Face", "Something Else", "Village Green", "Arthur", "Lola" y "Muswell Hillbillies". Bueno, 6+1, pues Percy es una debilidad marciana de belleza incalculable. Mi favorito? Pues “Something else”, por motivos sentimentales no por otra cosa porque a nivel de calidad cualquiera de los seis podría ser mi predilecto en un momento determinado. Sin ir más lejos ando redescubriendo “Arthur (or the decline and fall of British Empire)” estos días, y reconozco estar como un niño con zapatos nuevos. Era tan bueno ayer o ha mejorado hoy? No, no, era así de bueno pero un servidor lo tenía algo olvidado. Superar al “Village” era francamente difícil, era una ardua tarea sólo alcanzable a genios, claro que los Davies, lo son. Ray Davies seguía con la idea de hacer álbumes conceptuales que acabarían derivando en óperas rock, pero en este caso la vida de Arthur Morgan (inspirado en su cuñado), fabricante de alfombras, dio pié al séptimo álbum de la banda, “Arthur”.

El disco nace con la dificultad de intentar vender más que el “Village” que aunque hoy es considerado una obra maestra, en su momento no se comió un rosco. Tampoco ayudaba mucho que el single “Plastic man” que a un servidor le parece la repanocha no entrara en las listas cosa que en la época te daba muy poca vidilla. Este single, por cierto, no entró finalmente en el álbum aunque sí en sus posteriores reediciones. Ray estaba enfrascado en producir el disco de los Turtles y por último estaba el cambio de formación pues el bajista Pete Quayfe abandonó el barco siendo sustituido por John Dalton. Vamos, viento a favor no tenían. Pero así es la historia de los Davies, siempre al revés de todo el mundo, siempre a destiempo, o antes o después, nunca fueron amigos de seguir el rollo a las historias musicales, a los chismorreos, nunca jugaron al juego como los Who o los Stones, y claro, siempre quedaban relegados a favor de estos. En realidad “Arthur” debía ser la banda sonora de una serie de televisión creo recordar, de este dato no estoy muy seguro, pero finalmente la cosa se torció y de nuevo Ray Davies que ya se había llevado un chasco con el “Village” pues él quería un disco doble del copón (no le dejaron y luego vino el White Album y más tarde el Exile y otro grandes dobles de la historia, ya digo, siempre a destiempo), tuvo que aguantarse y tirar pa'lante. El disco saldría sí o sí. “Driving” fue el primer sencillo con el mítico “Mindless child of motherhood” de cara b (que no entró en el disco) y le siguió “Shangri-la”. En yanquilandia con buen tino eligieron “Victoria” y “Brainwashed” de cara b (ese lo quiero para ayer!). Pero dejemos los singles y centrémonos en el LP, esa maravilla artística, bonica del to, con desplegable interior y figuritas troqueladas de la reina Victoria, diseño gráfico sensacional del ilustrador Bob Lawrie. Y sí, vienen las “lyrics” y ese canguro-boxeador! Yeah!

En mi modesta opinión The Kinks muy pocas veces suena mejor que en “Arthur”, bueno sí, como banda creo que en el “Muswell Hillbillies” estaban insuperables pero lo que se cuece en “Arthur” es una receta mágica y secreta. De las letras y el sentido que le da Ray a ellas en las canciones hay muy poco que decir pues es un maestro en contar historias corrientes, es un genio casi inigualable pues hay muy pocos artistas capaces de eso. Tres, cuatro más? Y sí, ya sabemos todos quienes son, pero Ray tiene un talento especial. Aquí se combinan desde el principio el buen tino en las letras con esa base rítmica acojonante y un Dave inspiradísimo. Ese riff mágico y londinense abre el disco con “Victoria” y Ray cantando fantásticamente adormilado, la canción va cogiendo volada y entre los redobles, ese estribillo y el sólo de Dave ya nos ha llevado al huerto. God save the Kinks terrícolas! “Yes sir no sir” no tiene un inicio muy Kink, pero joder, qué cancionaca. Una de mis favoritas. De nuevo la guitarrita de Dave me pone los pelos de punta, está muy grande en este disco. Es una canción muy british, con ese puente a lo Small Faces y esos vientos Beatlelianos… Tremenda canción. “Some mother’s son” tiene eso que me vuelve loco, tiene melodía, tiene ese ritmo decadente y amoroso que sirve para llevarnos de la mano a ese “Driving” de ensueño, sólo por esta joya ya valdría la pena comprar este disco. Qué canción! Se puede ser más bueno? Y de la dulzura a la psicodelia de “Brainwashed”…, se me van las piernecicas, qué ritmo! Ostias, siempre he pensado que esos dos trallazos seguidos son la bomba, por cierto si escucháis bien el riff de guitarra de Dave os daréis cuenta de donde sacaron ese “Song 2” los Blur. Y no tengo nada más que decir. Y seguimos para bingo, esto es un no parar, Austraaaliaaaaaaaaaa…… Esos coros, esa guitarra, esa voz doblada de Dave, ese estribillo nasal a lo Small Faces…


Aroma British total, hay algo más británico que esto? The Kinks son el té de las cinco, son la Union Jack, son los autobuses dobles, son las cabinas telefónicas…., ellos son England. “Australia” es una locura de canción, con ese final muy a lo “Exile” Stoniano, mucho antes del exilio en la calle Main de sus satánicas majestades (Austraaaalia, Austraaaalia…). No nos dan descanso los putos hermanos Davies, de trallazo a trallazo, de POM a POM. Ahora toca “Shangri-la”. Una puta obra maestra. Tal vez, con “Arthur” es la canción del disco. Cuando Dave dobla la voz se me ponen los pelos de punta y el estribillo? Shangri-laaaaaa, Shangri-laaaa, Shangrilaaaaaaaaaa. “Mr Churchill says” es una genialidad de esas que te dejan boquiabierto, todo parece ir como la seda y luego llegan las sirenas y la cosa se pone calentita (esos cambios de ritmo los tiene bien aprendidos el bueno de Jack White…), la guitarra rocanrolera/aflamencada de Dave me la ponen dura oigan y de ahí a “She’s bought just like a princess marina” que es un despipórrensen, con ese inicio a lo “Barry Lindon” y ese final locuelo de vodevil. Tremendo. Luego llega el baladón kinkiniano “Young an innocent days”, simplemente bellísimo que nos encamina al final del discarro, antes de eso llega “Nothing to say” que abre con el magnífico piano de John Gosling que lo borda en todo el disco, al que habían fichado para este trabajillo y acabó como miembro de pleno derecho de los Kinks más adelante. Y para terminar, ese cañonazo que es “Arthur”… Don't ya know it, don't ya know it!!!

Estos Kinks son la leche, se marcan uno de los mejores discos de la época y pasan desapercibidos pero si uno escucha atento se da cuenta de que lo hecho después por otros grupos en el 70, 71 se lo deben a este disco, y ya no digo en los noventa aquel britpop. No tiene nada que envidiar a obras mejor consideradas de la época, claro que lidiar con el “Abbey Road”, “Tommy” y el “Let it bleed” es difícil. Además están los descartes que aparecen en la versión remasterizada: Plastic Man, King Kong, y maravillas de Dave como “Mr shoemaker’s daughter”, “This man he weeps tonight” y “Mindless child of motherhood”. Si con todo este rollo que os acabo de soltar no salís a la calle a compraros el disco tendré que teletransportarme y desintegraros sin piedad. “Arthur” es uno de los mejores discos de final de los sesenta, uno de los mejores de las Islas Británicas, uno de los mejores de The Kinks. Un cinco estrellas, una obra maestra, un disco esencial ya sea en la Tierra o en el Exilio.


Escrito por King Nikochan primero para su blog Nikochan Island y después para el Exile. 


miércoles, 19 de marzo de 2014

EL VILLAGE GREEN POR SAVOY TRUFFLE

Nuestro adorable kinki , afincado en Usera-Madrid, Savoy Truffle , el DJ más sobrenaturalmente emocionante que te puedes echar a unos platos,  se ha marcado esta estupenda reseña de la obra maestra de nuestros chicos ( una de las muchas que tienen pero quizás en la que más estamos todos de acuerdo , como isla particular en su mundo ya particular de por si, es su cuento Peter Pan)
Él que es el dueño y señor del blog My Kingdom For a Melody , también ilustre redactor de un nuevo proyecto con alma kinki porque los seis redactores les adoramos, llamado Exile que os invitamos a probar porque engancha y de qué manera.
Gracias Savoy por dar gasolina de nuevo al Kinkdome que está muy parado y no puede ser, coño, que son los Kinks, que son los más grandes! GSTK

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The Kinks es quizás actualmente, y con el paso del tiempo, el grupo que más he llegado a adorar y llegar a tener una auténtica devoción por ellos, podría decir, que mi vida ha sido plena al descubrir de cabo a rabo su discografía, su tremenda discografía, porque hablamos de un grupo que hizo obras maestras absolutas en los 60, teniendo a los Beatles y a los Stones como rivales de lo más feroces, cambiaron el estilo y siguieron facturando joyas en los 70, e incluso en los 80 tuvieron la osadía de competir con multitud de bandas, que en esos momentos dominaban el panorama musical.
En 1968, se meten en el estudio para grabar un disco conceptual, como homenaje por parte de su líder Ray Davies, a la vida en las aldeas inglesas y por tanto a la inocencia e idealización de los tiempos pasados y a su gente. Una de las características esenciales del disco, es que se nota que está pulido al máximo, y que además, la evolución del cuarteto en ese momento alcanza un momento álgido, ya que siempre digo que para mi Face to face marca el comienzo de la cumbre del grupo, en Something else by the Kinks esa evolución es gloriosa, pero en esta obra alcanza cotas supremas. 



El álbum rebosa nostalgia y melancolía, pero como sólo Ray Davies, con sus majestuosas letras y no menos líneas melódicas, sabe hacer, para al final conseguir un compendio de temas de una factura memorable. El tema Village Green sirvió como base para el disco con esa letra que dice... "I miss the village green, and all the simple people..." ("Extraño la villa verde y toda su gente simple..."). Pero también hay emociones y experiencias de amigos perdidos, memorias, poesía rural, marginación social, fantasía infantil, abandono del hogar, etc... Desde luego, si hay un disco que debe servir de referencia a la hora de componer, uno de ellos sería esta joya mayúscula.
Como le pasa a muchas obras maestras, el disco en su momento pasó bastante desapercibido, además no tuvo nunca un single claro ni definido (quizás un hándicap de los discos conceptuales, que son toda una suite seguida), pero como suele pasar en estos casos, el disco se convirtió en álbum de culto con el paso de los años. 


Esta sinfonía deliciosa o simplemente tremenda comienza con The Village Green Preservation Society con esas guitarras acústicas y la batería de Avory muy presente, pero curiosamente a mi me parece un tema muy alegre para empezar, desbordando buen rollo. Do you remember Walter, recuerda a un amigo perdido, pero con esa manera de cantar de Ray Davies que te atrapa y los cambios de ritmo descomunales y esa melodía que resuena en tu cabeza... Y llega Picture book, si hay alguien que no le gusta esta canción, que venga que lo pongo fino... pero Dios del amor hermoso... voces, coros, ritmo, GLORIA, eso es componer ¡¡¡guauuu!!! (¿verdad Joserra Rodrigo?).
Johnny Thunder habla de un tipo marginado... el Juanito Truenos que luego en discos posteriores, el propio Ray Davies acogerá como Alter Ego, otra canción de coros memorables y unos cambios de ritmo preciosos. Last of the steam-powered trains es la canción más bluesera del disco sin duda, con ese aire a country también que le queda de lujo. Big sky vuelve a elevarme por encima del suelo unos palmos, y aunque Ray parece un narrador más que un cantante, al principio, es devastador como te cuenta su aceptación estoica de la vida, adoptando ambos roles a lo largo del tema (aquí empieza a gestarse su rama teatral). Si a estas alturas no se han rendido a este grupo... Sitting by the Riverside contínua por la senda de Big Sky, pero quizás de manera más oscura, y con multitud de notas y sonidos sonando detrás. Animal farm es una maravillosa poesía de las que sólo Mr.Davies sabe hacer gala, con esos arranques al cantar, para luego deleitarnos con una melodía soberbia, de las de dejarte clavado y decir "eres el mejor". Village Green es una pieza casi de la época de Mozart, es decir de música clásica, sonando un piano como clavicordio... cosas del melotrón... delicia sideral... La la la la... En Stratruck nos encontramos ante otra descomunal canción, porque lo de esta melodía es abrumador... quizás los Kinks no eran los mejores instrumentistas, pero se dejaban el alma en cada nota... Papa papa paraba... Phenomenal cat es una fantasía para niños, encantadora, como sólo Ray Davies sabe facturar. All of my friends were there es tan rimbombante y tan graciosa que ha pasado a ser joyaca con ese cambio en la melodía, y esa manera de cantar... bufff tela tela telita. Wicked Annabella es el tema más garagero, y psicodélico del disco, poco explotado por el grupo, pero cuando lo hacían era memorable, para describir a la pobre chica. Monica es otra tremenda melodía, donde Ray canta a sus anchas y navega sobre una melodía que le premite jugar. Y acaba esta abrumadora obra de orfebrería con People take pictures of each other, un tema muy animoso y de gran calidad para redondear esta maravilla.

En definitiva, una obra conceptual soberbia, donde hay pop, rock, blues, toques psicodélicos, sonidos melódicos y armonías de una calidad superior, con esas guitarras acústicas que te vuelven loco y 15 temas donde no hay altibajos, algo muy difícil de conseguir, y en eso la selección de canciones está clavada. Curiosamente un disco muy poco tocado por el grupo en directo, algo siempre misterioso que le da todavía más aliciente a lo de "disco de culto".
Os dejo con esa maravilla que es Picture book.

Esta entrada fue publicada por Savoy Truffle en el Exile

miércoles, 29 de enero de 2014

I AM IN PARADISE


Nuestro genial camarada kinky Manuel Recio se ha currado un artículo majestuoso y una guía del mejor Londres, el de los Kinks para el diario El Pais http://elviajero.elpais.com/elviajero/2014/01/27/actualidad/1390836142_667990.html. (pincha y lee)

Doy fe , porque he hecho alguna de esas rutas marianas,  de que no hay un Londres más bello y conociendo esos santos lugares , entiendes mucho mejor todo, su música apartada del mundanal binomío City /West End pero ironizando sobre él desde los preciosos suburbios.
Gracias Manuel! Todos te lo agradeceran.

Esta fue mi visión de ese paraiso kinky, hace dos años y medio en un sunny july, fue maravilloso. Espero que os guste, va por Manuel. GSTK.


Y de propina , ya que en el video sólo hay un tema y siguen las imágenes...la bossa del norte de Londres, adoro este tema, puro Jobim.

viernes, 10 de enero de 2014

FACE TO FACE POR CHALS

De nuevo el camarada Chals, nos aporta su visión curiosa, ya que es sólo desde hace un año de su cuelgue definitivo con nuestros príncipes del Norte de Londres. Antes, para él  eran importantes ( You really got me, riff que inventó el hard rock y bla bla , bla) pero ahora los necesita para respirar. Suele pasar, Chals, no es grave lo que te ha ocurrido en 2013, más vale tarde que nunca pero lo que si te aseguro es que es incurable.
Gracias mil por mantener viva la llama del Kinkdom que promete continuar editando, preciosa reseña, keep kinky!

Inteligencia y crítica verdadera disfrazada de ingenuidad melódica, ahí está la clave de los Kinks, tú lo has visto.


Face to Face visto por Chals de chals on the route


Con "Face To Face" me inicié hace exactamente un año en la carrera de los Kinks, gracias todo sea dicho a Sus Majestades (...las corruptas no, las otras) que me dejaron la rodaja bajo el infame belén de plástico, muy working class por otra parte.
Y mira que en su día me pusieron el "Lola" a bocajarro, pero mi alarmante estado de juventud no me dejó espacio ni paciencia suficiente para filtrar la maestría más allá de aquellos primeros riffs magistrales que Dave Davis creó de manera casual y que cambiaron, pese a quien pese, la concepción que hasta ese momento se tenía de la guitarra en el rock, además de influenciar de manera determinante a todos los estilos habidos y por haber, garage, punk, hard rock, power-pop... Había vida más hay del día y de toda la noche, y de manera casi fortuita a partir de "Face To Face", los Kinks reinaron como nadie la pasada temporada entre mis preferidos, un año en el que gran parte de su discografía fue pasando por mis orejas haciéndome sentir de nuevo el gran placer de descubrir música como hacía años que no sentía. Ahora los tengo en un altar, no puedo vivir sin ellos, hasta tal punto, que si alguien me obligara a elegir entre la banda de rock más grande del mundo y ellos, puede que antes me inmolara con mis vinilos atados a la cintura para no tener que contestar. ¿Para que comparar?, no dudo de que los de Liverpool son y serán el grupo con la discografía más intachable de la historia, y los Rolling Stones representan y unifican como nadie la esencia del rock, pero en los Kinks he descubrierto un atractivo que no tienen los Fab Four, ni los Stones, adoro esas melodías que a veces rozan una (aparente) ingenuidad casi infantil en contraposición con unas letras que tienen una carga real y vital fuera de lo habitual, una mirada lúcida a la desesperación de la condición humana en pleno siglo XX vista con una ironía y un sarcasmo que extrañamente reconforta, ese "yo contra el mundo" como bandera del sentirse un ser individual.

Todo ésto puede pareceros desmesurado, y además puede resultar raro en un tipo con el armario repleto de camisas a cuadros, pero es que les adoro, y encima, para más gusto y como si de un cuento de hadas se tratara, hace unas semanas los hermanos Davies anunciaron una reunión, algo impensable la primera vez que pinché este disco, que aunque ocupa titulares aún entre comillas y sin confirmaciones tajantes, en caliente os digo que este será un año Kinks.

Pero vayamos al disco. "Face To Face" es un disco especial en muchos aspectos, fue la obra que supuso un punto y aparte en su carrera, para que me entendáis en términos beateleros, lo veo como su "Help!", un grito de socorro artístico con el que se zafaban de convertirse en una fábrica de hits para más gloria de las teenagers y de las listas de ventas. Esta nueva visión en el transfondo de sus letras y en un sonido menos obvio, más detallista y más cercano al music hall, dió el primer paso en el single "Dedicated Folower Of Fashion" y con el siguiente "Sunny Afternoon", éste último incluido en este LP.

La sutileza no entiende de primeras escuchas, no hubo flechazo instantáneo, el sonido arquetípicamente sixties de "Party Line", la que abre el disco, me indujo a la comparación cómoda con quienes ya sabéis, pero algo intuí en los Kinks, un atractivo nada obvio escondido tras la inmediatez de un riff simple, pero único, y una melodía que parece mil veces escuchada, pero no menos adictiva. El disco crece despacito, empuja un pequeño tilín que queda tras cada escucha, y me sucedió lo que me tenía que suceder, me contagié de la alegré "Dandy", canción que hay quien dice que Ray dedicó a escondidas a su hermano Dave, todo un truhán, aunque fuera de suposiciones se trataba de la misma sátira a la Swingin' London ya retratada en su celebrado "Dedicated Follower Of Fashion". Con los Kinks, a partir del click la rendición es absoluta, empezando por la profunda y sentida "Too Much On My Mind", una apertura en canal hacia las profundidades abisales del propio Ray Davies y a su vez uno de los cambios significativos en la nueva dirección de las composiciones. También me sedujo irremisiblemente la belleza exótica con toques indús de "Fancy", y confieso haber llegado al orgasmo en repetidas ocasiones con la gloriosa
"Sunny Afternoon" a todo volumen, esa cascada pentagrama abajo debería reconocerse como uno de los bastiones del rock propiamente inglés o de cualquier estilo que pretenda llavar el "Brit" marcado en la matrícula, escuchadla y decidme si es un espejismo o si realmente la hermandad de la ceja, Oasis, junto con Blur y toda la corte noventera, tiene media discografía sacada de aquí. Incluso me parece incontestable esa pequeña gran obra maestra escondida en la recta final que es "Rainy Day In June", ambiente lluvioso y desazón en el corazón. Eso por no hablar de las maravillas que recupera la versión ampliada, aunténticas joyas de la época como el himno al desencanto de la workin class que es "Dead End Street", la declaración de intenciones de "I'm Not Like Everybody Else", "Big Black Smoke" y "Mister Pleasant", la hermana pequeña de "A Well Respected Man", canela fina.

Ray Davies buscaba por primera vez cierta unidad conceptual en el total del tracklist, para ello el grupo se tomó su tiempo, tardaron meses en tenerlo perfilado, tenía claro que no iba a pisar por los mismos caminos. Le inspiró un programa de televisión de la BBC que trataba de acercar a la audiencia la parte más humana de sus entrevistados, podría decirse que era esa era la intención de Face To Face, un catálogo de personalidades a pie de calle, retratos concretos de personajes reconocibles por todos, atrapados en su vulgar anonimato y con la cabeza repleta de fantasías escapistas, una visión no exenta de cierto desencanto debido a las presiones propias del estrellato que Ray Davies sufría en sus carnes.

Según confesó posteriormente, la idea era una portada de tonos oscuros y no con todo el colorido que al final se le impuso desde una discográfica que buscaba el nexo de unión con las tendencias psicodélicas de la época, la edición alemana del disco luciría una cover (a la derecha) más acorde con esa idea, con este detalle no me extraña su desencanto con el business musical, un tema muy recurrente a lo largo de su carrera. Y en ese aspecto "Too Much on My Mind" la veo como el corazón de un disco regado de existencialismo de clase media, ese clavicordio gabinetero colorea la supervivencia del individuo que renquéa necesitado de sus pequeñas vías de escape para reafirmarse, ya sea mediante viajes exóticos, "Holiday in Waikiki", donde por cierto retrata la explotación turística décadas antes del nefasto ladrillazo mundial (Ray para catedrático en Historia ya!) o a través de las pequeñas aspiraciones equivocadamente enormes, "A House in the Country" y "Most Exclusive Residence for Sale", deseos tan humanos como contradictorios. Y sin dejar de admirar esa actitud tan de andar por casa que destilaban como nadie representada de manera perfecta en la canción dedicada a su hermana en "Rosie Won't You Please Come Home", o en su sentido homenaje a uno de los instrumentista más grandes del rock, el Sr. Nicky Hopkins.

Podría afirmarse con muy poco margen para el error que es su primer gran disco, un paso definitivo entre facturar singles gloriosos y conseguir obras consistenes y sin fisuras, "Face To Face" marcó el inicio de su época dorada dejando durante unos cuantos discos una ristra de caramelos que a día de hoy no han perdido ni un ápice de dulzor y sabor, "Something Else", "The Village Green Preservation Society", "Arthur", "Lola", "Muswell Hillbillies", para mi van todos de la mano pese a sus diferencias, es mucho putoamismo en un margen de tiempo más bien corto, aunque en su momento estos discos no desataron la locura, más bien obtuvieron un reconocimiento moderado, su éxito masivo continuó cimentándose posteriormente y de manera puntual en singles potenciales como "Waterloo Sunset", a mi modo de ver algo incomprendidos.

"Face To Face" es el disco que ha marcado, por suerte, mi manera de entender la música de los Kinks. Y aunque nunca ocupe el primer puesto en los preferidos, ahora lo percibo como uno de los discos con más aristas y recovecos de su discografía, el menos fácil de sus clásicos, pero en definitiva una obra maestra de su tiempo. Lo dicho, éste va a ser un año muy Kinks. God Save The Kinks.

Chals